A finales de 1967, cuando pocos en la Argentina pensaban en las necesidades especiales de la tercera edad, un grupo de visionarios fundó la Asociación Mutual Israelita Vidalinda, una entidad sin fines de lucro cuyo propósito era, y sigue siendo, brindar a las personas mayores una propuesta de vida diferente, dentro de un ámbito comunitario judío.
A ese efecto construyeron un edificio de 15 pisos en el que los miembros de la mutual disfrutan de sus departamentos individuales, y cuentan con amplios espacios comunes en los que pueden desarrollar una vida socialmente activa, saludable, tranquila y protegida, acompañados por sus pares.